Manipular los estados financieros de una empresa para falsear su realidad es una tendencia que ha crecido en las últimas décadas. Aunque en un cortísimo plazo esta conducta podría reportar alguna especie de beneficio, sus impactos a largo plazo ponen en peligro la existencia misma de la compañía.
La contabilidad creativa consiste en la utilización de artimañas para no registrar correctamente la contabilidad ni las actividades subyacentes de una empresa u organización con el fin de satisfacer ciertos intereses particulares de los perpetradores. Así, este tipo de contabilidad, que puede incluso estar ajustada a las normas, constituye un fraude cuyo propósito es ajustar artificialmente los registros de las transacciones para burlar la verdad material.
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Dentro de los posibles ‘beneficios’ que genera el maquillaje financiero están, por ejemplo, la obtención de líneas de crédito, el cumplimiento de metas, el ocultamiento de problemas de liquidez, la evasión de impuestos o hacer a la compañía más atractiva de lo que realmente es para incrementar su valor.
De esta manera se construyen falsos escenarios que de puertas para afuera muestran una entidad robusta, cuando en realidad la organización atraviesa por problemas que podrían poner en peligro su existencia. Es claro que ninguna empresa o grupo corporativo utiliza triquiñuelas contables si sus finanzas son sanas y su ejercicio es positivo.
La trampa en la que caen los directivos empresariales cuando optan por utilizar este tipo de contabilidad está en que, aunque este fenómeno puede significar una ganancia relativa en el plazo inmediato (que podría ser visto como un respiro o un plazo de gracia en momentos de crisis), genera situaciones insostenibles en el tiempo.
Según los expertos, la vida probable de una empresa que se inicia en la utilización de la contabilidad creativa no sobrepasa los dos años.
Y es que la contabilidad creativa tiene la virtualidad de golpear ciertos valores y principios que son necesarios para el sostenimiento y avance de una compañía, como son la ética y la transparencia, la toma correcta de decisiones, la confianza basada en normas comunes de comportamiento y la reputación corporativa.
Es una regla general que la toma de decisiones de negocio debe basarse en información real de las actividades de la empresa y sus correlativos registros contables. Si tales datos se encuentran distorsionados es muy probable que las determinaciones a las que se llegue sean erradas, pues están inducidas por los interesados en mostrar una realidad diferente.
De otro lado la desconfianza y la mala reputación que aparece luego de que se descubre un fraude contable chocan con la eficiencia y coherencia en el mercado, la red de interacciones y de aliados, la previsibilidad del futuro e incrementa los costos de transacción (como aquellos operativos derivados de la necesidad de una supervisión mayor).
Cómo identificar un maquillaje contable
Identificar los fraudes en los estados financieros es una tarea compleja pues, cuando la alteración de los números ha sido preparada por expertos y con un fin específico, son pocos los rastros y huellas que quedan y que son concluyentes para afirmar que se está frente a un reporte falseado.
No obstante, existen algunos indicios que se deben tener en cuenta y que pueden ser un dato disparador de que se ha manipulado la contabilidad corporativa. Por ejemplo, vale la pena revisar un poco más a fondo los números de una compañía cuando se evidencien números perfectos para un objetivo determinado (como celebrar un contrato en el que se exijan ciertas condiciones financieras de la empresa o para pedir un crédito) o no existan documentos soporte o estos sean insuficientes.
Es cierto que cada caso es individual pues los objetivos perseguidos por los responsables del fraude son siempre diferentes. Por lo mismo, hay que proponer una última recomendación un poco más genérica y no es otra que la de estar atentos a los rumores que puedan aflorar respecto de la transparencia contable de una empresa.
Casi siempre, en el caso de la contabilidad creativa, cuando el río suena, piedras lleva.