A propósito del resurgir de la imagen mediática de Pablo Escobar Gaviria, InfoLAFT presenta a continuación un artículo que recuerda la forma cómo manejaba su dinero, el monto de su fortuna y la financiación de sus terribles atentados.
El dinero, el dinero…
Pablo Escobar, su esposa y sus hijos estaban escondidos en alguna bodega fría de Medellín. No tenían comida, ni abrigo, y tampoco podían salir a comprar arroz o un par de cobijas. Junto a ellos había dos costales, cada uno contenía un millón de dólares. El dinero no se puede comer, pensó Escobar, pero si se puede quemar, y después de varios días de encierro lo quemó para evitar que su hija Manuela se muriera de frio. En otra ocasión, apostó su vida, al prometer suicidarse si al cumplir 25 años de edad no tenía en su bolsillo un millón de pesos.
Así de contradictorio era Pablo Escobar con el dinero. Lo despreció al punto de usarlo como leña y, al mismo tiempo, lo valoró tanto como para poner su vida en juego por obtenerlo. Su fortuna se calculó aproximadamente en U$5.000 millones de dólares, lo que le permitió integrar en alguna ocasión el selecto grupo de las 100 personas más ricas del mundo. Para conseguirla acabó con miles de vidas a través de atentados terroristas calculados fríamente.
Con ese dinero, del que tanto se ha hablado, logró hacer muchas cosas.
Internet
La infiltración a instituciones públicas y privadas
Un perfil de Sebastián Marroquín (hijo de Escobar y quien tiene ese nombre por motivos de seguridad), realizado por la Revista Don Juan, revela que el extinto narcotraficante no sólo logró infiltrar al Estado, sino también a entidades privadas.
Es bien sabido que Escobar Gaviria logró obtener una curul en la Cámara de Representantes por medio de una campaña rodeada de dinero y presiones electorales. Eso en el sector público. Pero lo que poco se sabe es que en el ámbito privado le pagaba a cientos de taxistas de Medellín para que le dijeran quienes entraban y salían de la ciudad. La gran mayoría de ellos se ubicaba en los Aeropuertos Enrique Olaya Herrera y Rionegro.
También, según informó el citado perfil, le daba grandes cantidades de dinero a decenas de operarios de una reconocida empresa de telefonía a cambio de que le entregaran todos los reportes de llamadas que entraban y salían de Medellín. Al parecer, esos datos eran analizados por asesores suyos, quienes le prestaban especial atención a las comunicaciones que provenían y se dirigían hacia el Valle del Cauca ante la amenaza que para Escobar representaba el Cartel de Cali.
Los atentados
Con su dinero planeó, organizó y ejecutó sus ya conocidos atentados. Según afirmó recientemente Jennifer Shasky, directora de la Sección de Decomiso y Lavado de Activos de Estados Unidos, los miles de millones que tienen los traficantes de droga les permiten contratar a los mejores asesores, abogados, analistas y expertos tecnológicos para llevar a buen término su actividad criminal.
Lo dicho por Shasky lo sabía muy bien Pablo Escobar en su época, por eso implementó una pseudo-política llamada ‘plata o plomo’. ‘Plata’ era lo que ofrecía a dirigentes políticos, militares y policías para comprar su apoyo; y ‘plomo’ era lo que recibían si se negaban a sus pretensiones.
Todavía no se conocen muchos detalles de quienes apoyaron intelectualmente a Pablo Escobar para perpetrar los atentados contra Luís Carlos Galán, Rodrigo Lara Bonilla, Guillermo Cano Isaza o Miguel Maza Márquez, entre cientos de victimas; pero lo que si ha conocido la luz es su modus operandi: decidía a quien atacaba, luego extraía dinero de sus ‘caletas’ y lo enviaba a sus más cercanos asesores, ellos lo transportaban en carros, motos o vehículos de transporte público para pagarle a los sicarios que ejecutaban el terrorífico plan. La forma como obtuvo las miles de armas, balas y los centenares de kilos de explosivos aún son un misterio. En esta instancia, lo único claro fue para que se utilizaron.
Causa una impresión enorme observar cómo de la forma más básica y hasta rudimentaria funcionaba la maquinaria bélica de Pablo Escobar.
Literatura sobre Escobar
La vida de Pablo Escobar Gaviria ha sido retratada en varios libros, algunos de los cuales lo cuestionan y reflejan como el peor criminal en la historia de Colombia; mientras que otros tantos se enfocan en su carácter popular y la inversión social a la que destinó parte de su fortuna mal habida. Aquí, algunos:
Título |
Autor |
Año |
Días de memoria: del holocausto del Palacio de Justicia al falso sometimiento de Pablo Escobar |
Jorge Cardona |
2009 |
El patrón: vida y muerte de Pablo Escobar |
Luís Cañón |
2008 |
La parábola de Pablo |
Alonso Salazar |
2007 |
Amando a Pablo, odiando a Escobar |
Virginia Vallejo |
2007 |
El verdadero Pablo: sangre, traición y muerte |
Astrid Legarda |
2005 |
La horrible noche: la fuga de Pablo Escobar |
Alejandra Balcázar |
2003 |
Mi hermano Pablo |
Roberto Escobar |
2000 |
Cogobierno desde la catedral |
Gustavo Pardo |
1997 |
El libro sellado de Pablo Escobar |
Fabio Rincón |
1994 |
He aquí a Pablo Escobar |
Fabio Rincón |
1991 |
Los reyes de la cocaína |
Guy Gugliotta |
1990 |
Pablo no registra antecedentes
En torno a Pablo Escobar Gaviria se han creado muchas leyendas. Dicen que pagaba un millón de pesos por cada policía muerto, que durante una fiesta mató a un mesero frente a todos los invitados porque al parecer se había robado unos cubiertos de plata, que quería pagar la deuda externa de Colombia y los más osados dicen que está vivo.
Nada de lo anterior se puede demostrar. Quizá lo único que se puede decir con absoluta certeza es que fue un terrible criminal. Pero irónicamente –y como para crear otra leyenda– al día de hoy Pablo Escobar no registra antecedente alguno en los registros públicos de la Procuraduría y la Contraloría General.